"Nuestro deseo de saber es nuestra arma para sobrevivir"

Carl Sagan

miércoles, 16 de marzo de 2011

Homo Sapiens Sapiens I.

Los seres humanos somos un vacío caótico que gira, una ola del mar, que se inventa a sí misma. Desde el todo y su nada surgimos y comienza nuestro sueño. Cada uno de nosotros es Dios en su infancia y a cada uno de nosotros nos gobierna una legión de demonios. Creamos las grandezas y las nimiedades con reflejos de los colores que inventamos o con los reflejos de los reflejos que tomamos prestados… y fantaseamos. Según los talentos de nuestros demonios así son nuestras fantasías. En nuestro primer día nos reconocemos en alineados espejos, llenos de estupor y maravilla; en el segundo, pintamos inmensos soles y diminutas sombras; en el tercero, imaginamos a los otros, universos hermanos solo al alcance de temblorosas manos infinitas; en el cuarto, del caos hacemos orden y de la indiferencia causa; en el quinto, de la eterna noche huimos, con mesuradas renuncias; en el sexto, de la confusión y el olvido hacemos justicia inevitable y en el séptimo, no podría ser de otra forma, descansamos.

Los seres humanos somos la duda de la Indiferencia, la inquietud del Mentiroso Universal, una paradoja de la Nada, hartos de conciencia y saciados de desconocimiento, batiendo desesperadamente miles de millones de pequeñas alas quiroptéricas. Un lejano rumor perdido en un mundo lejanísimo.

Los hijos de los hombres, los sabios sapientísimos, los exiliados de la efímera y hasta ahora siempre viva Kormelia, soñamos en laberintos circunvolucionados, arrastrando certidumbres montaña arriba, embaucados por nuestros poderosos archidiablos, buscando un rumbo convergente por tumultuosos océanos de trascendencia, bajo el cielo opresor de billones de estrellas. Y con nuestros erráticos esfuerzos, la Ilusión se engrandece y nos arrastra hacia tierras henchidas de manzanos imaginarios donde la tentación de lo imposible se hace madre de la docta ignorancia. Difícil nos es recordar que más allá de Kormelia, en un espacio sin tiempo, quedaron vacíos los paraísos arborícolas, se extinguió el fuego primigenio y que desde entonces, cuando la palabra se hizo tiempo, erramos entre las estrellas, sobre una prisión de hierro, buscando el oro que se esconde en nuestros corazones y aún más, en las recónditas entrañas de los demás. Difícil nos es aceptar, la magnitud de la perdida, la soledad de nuestra sombría compañía. Difícil nos es dar cada paso, sostener cada mirada difuminada en los vientos del olvido. Difícil nos es vivir cada anhelo por ser, por volver a aquel mundo perdido, desde nuestros mundos recuperados en la ilusión de la ilusión.

Los seres humanos, kormelianos y sus aprendices, vosotros y yo, yo y vosotros, lo queramos o no, incesantemente, cantamos, sacrificamos, tejemos sortilegios. Miles de millones de mundos naciendo y muriendo por doquier, en pequeñas esferas sin tiempo. En la eternidad, instantes, en la Indiferencia, en la Indiferencia, nadie lo sabe.

La vida es sueño para los durmientes, no es para los demás.
Cerrad vuestros ojos, abrid vuestros oídos, aún hay tiempo.

Todavía estáis aquí, ¿no tenéis miedo?

2 comentarios:

  1. Es cierto lo que decís sobre las elecciones. Si elegimos un camino en la vida nos perdemos otras posibilidades, no se puede andar por dos sitios a la vez. Pero de nada sirve andar lamentando lo que no elegimos, porque nunca sabemos qué dirección puede llevar el camino que recorremos. Ni lo que pudo haber sido aquél otro.
    Y no va a haber vuelta atrás. Las suposiciones son estúpidas, no somos omniscientes.
    Aunque nos creamos que lo sabemos todo, no podemos saberlo. Podemos conocer muchas cosas, aunque disimulemos y hagamos ver que no. A veces parecer tonto es mejor que hacerse el listo.

    En cuanto a la ilusión en las diferentes etapas de la vida, estoy de acuerdo en que al princio todo parece maravilloso, y bucamos referentes en los que nos rodean, luego nuestro microcosmos es lo único que importa, más tarde buscamos compartir ese micrososmos, y al final, nada importa porque sabemos lo que es relevante y lo que no, mientras vemos llegar el final. Sin embargo no creo que haya que perder la ilusión por lo que tenemos y creemos, por lo que soñamos. Por lo que es y podría ser. Al fin y al cabo es lo que nos hace ser como somos, lo que nos complementa. Si despreciamos lo que tenemos delante, puesto que no sabemos lo que hay después, somos unos imbéciles. Creo que debemos vivir el momento, pues no sabemos si habrá un después. No es conformismo, es realismo práctico. ¿Por qué vivir amargados por un anhelo a todas luces inexistente? ¿Eso nos hará mejores? Yo creo que no. Creo que sólo nos hará infelices. Hay que saber mirar lo bueno de lo que se tiene. En todos los ámbitos de la vida. Por supuesto sin perder el grado crítico. Pero nada de amarguras.

    En cualquier caso, son mis opiniones, sesgadas. Preferiría un debate en los comentarios que un monólogo. ¿No opinan igual, señores kormelianos?

    ResponderEliminar
  2. Está clara la teoría de que cada uno vivimos en nuestro propio planeta y yo creo que a ratitos lo compartimos con otros que "aparentemente" son de nuestro mismo planeta.

    Me encantaría que intercalaras más poesía en tus textos, ¡no tengas miedo! aprovecha el anonimato y muéstrate al mundo tal y como eres, no eres una mente con patas, tienes sentimientos, emociones, pasiones... ¡enséñanoslas!

    Disculpa por el atrevimiento, es tu blog y puedes escribir lo que quieras,... yo también aprovecho el anonimato.

    Te propongo un tema de reflexión "las máscaras". Hay un poema de Amado Nervo que se titula así, y comienza:
    " Cada año pone en tu faz una nueva máscara.
    Este, alegre; aquél, indiferente; el otro, triste; el venidero, acaso gesticulante y ridícula..."
    Es un bonito poema que nos hace reflexionar sobre quienes somos realmente...

    Bueno lo dejo aquí, antes de que me arrepienta y borre el comentario.

    ResponderEliminar

Si tienes algo de sangre kormeliana te animo a comentar sino...tambien